Esta transición del niño o niña, se caracteriza por el gran deseo de imponer su voluntad, de ser independiente y por los frecuentes e intensos cambios de humor que, en muchas ocasiones desencadena en berrinches, por la impotencia de no poder expresar su sentir.
Alrededor de los 2 años, e inclusive desde los 18 meses de edad, es la etapa, en la que el bebé está dejando de ser bebé, para convertirse en un niño o niña pequeña, varía dependiendo de su carácter, y de la respuesta de los padres ante ciertas actitudes.
Esta etapa sucede debido a que el niño o niña está adquiriendo de una manera muy rápida, nuevas habilidades motoras gruesas como correr o brincar, es decir, está descubriendo que puede ser autónomo, le gusta probar, descubrir, hacer cosas diferentes, nuevas y retadoras. Se mueve más, y puede desplazarse de un lado a otro sin la ayuda de un adulto; pero al mismo tiempo, sigue siendo un bebé que se prende de mamá, pero al siguiente instante, sale corriendo por el pasillo de un supermercado, por ejemplo.
De manera simultánea, está adquiriendo habilidades motoras finas, tales como agarrar una crayola o plumón para hacer garabatos y pintar, ya puede agarrar y sostener objetos, pero ¡también lanzarlos! De esta manera comprueba una vez más, la relación causa-efecto que adquirió antes de cumplir su primer año.
Sus capacidades motrices, en comparación a sus habilidades de lenguaje, son mayores, por lo que la frustración, es una constante en esta etapa de desarrollo, al no poder expresar sus deseos y necesidades, por lo que, en la mayoría de los casos, desemboca en arrebatos y berrinches que caracterizan a “los 2 años”.
Además, comienza a darse cuenta que hay un mundo fascinante por descubrir, pero sin la conciencia del peligro, esta es la etapa donde es necesario imponer límites: “no metas los dedos al enchufe”, “no te acerques a la estufa”, “no corras en la calle”, ”no”, “no” y “no”. El niño o niña, nunca había escuchado tantos “no”; no le gusta, y no entiende la razón de tanta negativa pero, además, aún no tiene la capacidad y las palabras para expresar lo que está sintiendo y, por ello, viene la frustración que desencadena en enojo e impotencia. Aún no es capaz de regular sus emociones.
El niño o niña, está cambiando en lo intelectual, social y emocional, y se va dando cuenta de que existen ciertas reglas en su mundo. Al no poder controlarlo, puede mostrar baja tolerancia a la frustración. Es normal que el pequeño pierda la paciencia en esta etapa y, por supuesto, sus papás también.
Patrones de comportamiento y conducta:
Habilidades motoras o motricidad gruesa: Saltar, correr, escalar, patear, aventar objetos, no solo pelotas, lo que tengan a la mano, inclusive el plato de comida. Gustan de medir su fuerza en brazos y piernas, es un buen inicio para estimularlo por ejemplo con pedales, un triciclo donde coordine sus extremidades.
Habilidades motoras o motricidad fina: Coordinación mano-ojo, que involucra el uso de los músculos de la muñeca y de la mano: agarrar un teléfono y llevárselo a la oreja, pintar, dibujar o hacer garabatos sosteniendo la crayola o plumón, hacer torres y apilar bloques entre otros.
Simpatía y capacidad de asombro: Debido a su mayor independencia, imaginación y curiosidad de su entorno, a esta edad suelen ser sumamente simpáticos, graciosos, platicadores y muy ocurrentes.
Otros patrones no tan amigables: Cambios repentinos de humor y conducta, rebeldía y firmeza en imponer sus deseos hasta llegar al berrinche para conseguirlo, algunos ejemplos de conducta son: morder lo que tenga a su alcance, inclusive el brazo de su amigo o amiga, pelear con hermanos, gritar y patalear sin control sin importar el lugar donde se encuentre, etc., por ello, esta etapa es comúnmente conocida como “Los terribles 2 años” que no es más que frustración por no tener aún las habilidades verbales para expresar sus deseos y sentimientos, lo que conduce a menudo, a arrebatos típicos de esta edad.
Recomendaciones:
- Establecer rutinas. El saber lo que sucederá y tener una vida ordenada, le ayudará a tener estabilidad, seguridad y confianza.
- Evitar situaciones desafiantes. Ejemplo: ir de compras con tu hijo o hija cuando le toca su siesta o su hora de comida.
- Marcar límites muy clarosy entendibles. Tratar de enseñarle las posibles consecuencias de ciertos actos, más aún, cuando se trate de algo peligroso, como asomarse por una ventana o alejarse de tu lado en un centro comercial, por ejemplo.
- Darle libertad y confiar en él o ella, siempre bajo tu supervisión.Por ejemplo, si está tratando de trepar un sillón, déjalo, y cuando lo logre, apláudele o celébralo con afecto. Eso es diferente a que, al instante que quiera trepar, tú lo subas. Mientras no haya peligro, estimula y permite su curiosidad. Muchas veces por inexperiencia, se aniquila la curiosidad de los niños, haciéndolos a futuro demasiado dependientes y apáticos.
- Mantener la calma. Ante cualquier rabieta o berrinche es muy importante ser paciente para poder transmitir calma y tranquilidad, si no logras hacerlo, es preferible alejarte unos momentos a respirar y tranquilizarte antes de interactuar nuevamente con tu hijo o hija, es preferible ignorarlo algunos instantes, a entrar en discusión; castigarlo o gritarle solo empeorará la situación.
- Reconocerlo, premiarlo con afecto.Ejemplo: presume que se porta muy bien con cualquier persona importante, como los abuelos o tíos (estando tu hijo o hija presente), reconoce sus logros, y hazlo con mucho amor.
- Dedicarle tiempo. Es lo más valioso que puedes ofrecerle, interactuar con él o ella y demostrarle tu gran amor, es fundamental para que crezca en un ambiente donde se sienta amado y protegido.
- Explicarle el significado de cada emoción. Junto con tu hijo o hija, dibuja en un papel diferentes caritas que muestren las principales emociones: alegría, tristeza, enojo y miedo, y pinten cada uno de un color diferente, esto quizá pueda ayudar, aunque en muchas ocasiones, el mismo niño o niña, no reconoce su sentir. Está en ti el tratar de descifrar sus sentimientos, sigue tu instinto.
- Estimular sus habilidades en pleno desarrollo. Hazlo a través del juego y de manera divertida, ya sea lanzando o pateando pelotas, trepar o pedalear un triciclo, de esta manera además, estarás ayudando a su equilibrio y coordinación motriz.
Comprende esta etapa en donde tu hijo o hija, se está enfrentando al deseo de ser independiente y hacer cosas nuevas, pero al mismo tiempo, a la dependencia de sus padres al tener que seguir ciertas reglas. Esto además de no tener la capacidad verbal de poder expresar sus deseos y emociones, lo cual termina en frustración.
Los 2 años sí pueden ser terriblemente agotadores a nivel de disciplina, pero también terriblemente extraordinarios.
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